La esencia de un pueblo

La esencia de un pueblo

Daniela Valero Torregrosa 

Escribo desde la añoranza…y me acuerdo de aquellos veranos en los que cada día era una historia que contar, cada día había algo nuevo que aprender, cada día era especial.

Aquellos veranos en un pueblecito llamado Xinorlet, que me enseñaron a amar y respetar la naturaleza y el significado de la palabra amistad.

En Xinorlet pasé los mejores momentos de mi infancia y adolescencia, eran momentos de libertad y alegría.

Xinorlet es un pueblo muy especial, cada calle tiene su personalidad y su encanto, cada rincón tiene un nombre y si no lo tiene es la gente del pueblo quien se lo pone…

¿Pero qué es lo que hace que un pueblo sea agradable y cordial? No son sus casas bien arregladas y sus calles con encanto, no… son sus habitantes…

Cada habitante de Xinorlet forma parte de mis veranos en el pueblo, cada uno de ellos contribuyó a formar mi historia en Xinorlet, en lo bueno y en lo malo. Pero hay unos habitantes especiales para mi, aparte de mis amigos y de mi familia, y ellos son los abuelitos y abuelitas de Xinorlet.

Cada rincón de cada calle tiene su personalidad gracias a la gente mayor, que en las tardes de verano o incluso antes, cuando el buen tiempo lo permite, sacan sus sillas a la calle para tomar la fresca, “charrar” y ver pasar la vida desde esa perspectiva.

Ellos forman parte de mis recuerdos de infancia y juventud en Xinorlet.

Cuando salíamos a la calle, mis amigos y yo, a jugar y todavía éramos unos retacos, ellos desde sus sillas nos observaban y si no nos reconocían a la primera siempre utilizaban la misma pregunta, una pregunta que siempre me ha hecho mucha gracia y que siempre recuerdo con cariño: ¿Tú de qui eres?

Ellos han sido los que nos regañaban, los que decían desde sus sillas: ¡Ay, els sagals estos, quina revolica! cuando éramos pequeños, y: ¡Quina juventud! Cuando ya éramos  mayorcitos. Pero también han sido los que siempre estaban allí para ayudar cuando algún problema surgía, los que desde sus sillas siempre tenían un saludo para todos los que pasaban por su calle, los que gran parte de su vida la han pasado en Xinorlet y es por eso que sin ellos no habría pueblo…

Ellos nos han visto crecer por las calles, jugando, corriendo, chillando y nosotros los hemos visto envejecer sentados en sus sillas, tomando la fresca en la calle y hablando tranquilamente. Somos de distintas generaciones, con distintas formas de pensar, de actuar, de vivir, pero tenemos una cosa en común que nos une: Xinorlet.

Muchos de los abuelitos y abuelitas del Xinorlet de mi infancia y adolescencia ya se han ido y con ellos gran parte de mis recuerdos de este pueblo, los demás aún siguen sentados en sus sillas tomando la fresca, pero para mí siguen y seguirán estando todos, pues cada rincón de cada calle tiene su abuelito y su abuelita y aunque ya no estén allí sentados permanece su recuerdo y su esencia.

Gracias a todos los habitantes de Xinorlet por formar parte del pueblo, gracias a mis amigos por darme esos veranos tan alegres y divertidos, pero sobre todo gracias a mis abuelos, Pepita y Teodoro, que sin ellos esos veranos en Xinorlet no habrían existido.

 

Daniela Valero Torregrosa

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