Recuerdo de un azorinista: el alma limpia de Albert. Por José Payá Bernabé

Recuerdo de un azorinista: el alma limpia de Albert

José Payá Bernabé

Estuve tentado de escribir un Adiós a Pepe Albert Herrero con motivo de su fallecimiento. No me resultó fácil entonces como tampoco lo es ahora. Es injusto encorsetar una semblanza. Imbuir al lector en una opinión que sintetice, en escasos folios, nuestra impresión sobre un compañero al que nos cupo el honor de sustituir en un breve periodo de tiempo.

Pepe Albert fue conservador de la Casa-Museo Azorín desde 1969 hasta 1980. Anteriormente había desempeñado la dirección de la oficina de la Caja de Ahorros del Sureste de España en Monóvar. Pulcro, elegante y culto desempeñó su cometido con dignidad. Había visitado varias veces a Azorín, a quien acompañó en su entierro; al que recordó en el primer centenario de su nacimiento en 1973; y de quien catalogó parte de su biblioteca cuando llegó a Monóvar en 19751.

Llegó, incluso, a gozar de la amistad de la esposa del escritor, Julia Guinda Urzanqui, y de la de sus hermanos Amancio, Pilar, Amparo y Dolores. Frecuentó también la amistad de Pepe Alfonso y José García Mercadal, con quienes cruzó una densa correspondencia. Con ellos intercambiaba opiniones y consejos acerca de cómo dar un poco más de vida a un Museo incipiente que luchaba por abrirse camino en el panorama cultural español en un momento duro: Azorín estaba en pleno purgatorio literario.

Dicen que la vida cultural de un pueblo suele pasar por altibajos. Hay épocas en que se trata de eclipsar sus figuras más deslumbrantes. Es, en estos instantes, cuando se conocen los adeptos de un personaje; en este caso, de Azorín. Pepe Albert fue fiel al escritor. Se preocupó por enriquecer el fondo archivístico del Museo. El mismo, a título personal, donó la colección completa de La ilustración española y Americana, de alto valor histórico y hemerográfico.

Repasando un viejo álbum de fotografías hemos recompuesto un pequeño puzle referente a algunas actividades culturales pasados en compañía de Albert Herrero.

Alicante, 1982.

En el Aula de Cultura de la CAM organizamos un acto en honor de Azorín. En el estrado, Santiago Riopérez, biógrafo de Azorín; Francisco Bernabeu, Subdirector de Obras Sociales de la Entidad; Miguel Ángel Lozano, de la Universidad de Alicante y quien suscribe. Poco público y, ciertamente, no muy joven. Pepe Albert y Miguel Martínez Mena, una vez más, asisten expectantes.

 

Pau,1985.

Primer Coloquio Internacional sobre Azorín en la universidad francesa de Pau. Pepe Albert, su hermano Joaquín, Primitivo Quiles, José Poveda Giménez y Enrique Peiró, entre otros, acuden acompañando a los ponentes. Un viaje que aprovechó para reencontrarse con Martínez Ruiz, con su amigo Christian Manso, decano de la Facultad, y conocer el proceso de elaboración del vino francés en Pau et des Pays de L’Adour. En los sucesivos Coloquios de Pau – por unas u otras razones -, no pudo venir.

No sé si alguna vez han oído el término conversación imposible. Se aplica2 a aquellos hijos que, por falta de tiempo, por estar excesivamente ocupados, no hablaban nunca con su padre y, al fallecer éste, lamentaban, frente al lecho de muerte, no haber mantenido una conversación larga con su progenitor. Pues bien, eso mismo me ocurre a mí en esta ocasión. Por ir agobiado en el trabajo, siempre dejaba – en los últimos años -, pendiente la entrevista con Pepe Albert. Los dos queríamos analizar la evolución de la Casa-Museo Azorín, obra social de la CAM; el incremento de sus actividades, publicaciones e investigadores; las donaciones obtenidas; qué pasó con tal conocido suyo… El tiempoeterna preocupación azoriniana, truncó nuestra entrevista y hoy siento profundamente no haber podido tener aquella extensa entrevista.

Pepe Albert se fue como vivía, sin enemigos. Su recuerdo permanecerá en su familia, amigos del Bar Olé y del Casino, en las Tertulias de Azorín y en el espíritu de su amada Casa-Museo, a cuyo nacimiento va ligado su nombre junto al de Amancio Martínez Ruiz, Salvador Poveda Luz, Paco Mira, Jaime Barberá y Luis Martínez Limorti.

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1-José Albert Herrero. » La Casa-Museo Azorín». Información,, 7 de septiembre de 1977

2-En opinión de Santiago Riopérez

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