La Estación Prehistórica de Monóvar – Juan Vilanova

Juan Vilanova

La Estación Prehistórica

de

Monóvar

Revista de Valencia

1882

La Estación Prehistòrica de Monóvar de Juan Vilanova és una separata de la Revista de Valencia -pàg. 66-73 del vol. II- publicada en 1882 a la ciutat de València. Tracta de les excavacions efectuades pel geòleg Vilanova en la serra de la Vella de Monòver. El seu interés històric i científic i el fet que mai s’haja comentat ni citat en les publicacions monoveres ens ha animat a publicar-la per al ús i goig dels monovers.

Agraïm al professor Biel Sansano i Belso de la Universitat d’Alacant la seua troballa i generositat en fer-nos-la arribar.

Hem respectat integrament l’ortografia de l’original.

LA ESTACIÓN PREHISTÓRICA DE MONÓVAR

Sr. Director de La Revista de Valencia

En medio de la punible indiferencia con que entre nosotros se miran los asuntos referentes á la primitiva historia pátria, debemos en rigor felicitarnos de la tendencia sobrado generalizada en el pais, á buscar soñados tesoros, ora inspire la idea alguno de esos embaucadores llamados zahoris, de quienes ya en su tiempo decia el insigne Padre Feyjóo que son unos solemnes patarateros ó que tienen pacto con el diablo; ora la mantenga viva entre ciertas gentes ese deseo, tan arraigado por desgracia., de alcanzar pronto y sin gran trabajo, las ansiadas riquezas, que permitan entregarse despues al dolze farniente, como dicen los italianos, ó á la regalada holganza á que tantos irresistiblemente aspiran. Háme sugerido esta reflexion el hecho, con harta frecuencia repetido, de ser el hallazgo de objetos de Arqueologia histórica y prehistórica. Debido mas bien al afan con que ciertas gentes buscan las supuestas riquezas enterradas por los moros y los judíos, al abandonar contra su voluntad la pátria adoptiva, que á pesquisas científicas debidamente organizadas, como se ha hecho y continúa practicandose en otros paises, donde esta clase de disquisiciones se miran con verdadero interés, persuadidos los que cultivan el nuevo ramo del saber, de su verdadera y trascendental inportancia. A este propósito no estará de mas recordar el ejemplo, digno de ser imitado, que la Bélgica dió antes que otra nacion alguna, proponiendo el Ministro de Instrucción pública á la Cámara que se destinara una respetable suma del presupuesto á la exploracion regular y ordenada de cuantas estaciones prehistóricas existieran y se encontraran en el territorio, con el plausible propósito de esclarecer é ilustrar los primeros periodos de la historia pátria. Aceptada por el Gobierno y el Parlamento tan feliz idea, votó este 30 ó 40.000 francos, y encargado el distinguido arqueólogo Don Eduardo Dupont de realizar el atinado proyecto, no tardó en acopiar tantos y tan valiosos materiales prehistóricos, que sobre haber estos servido de base para la creacion de uno de los mejores Museos antropológicos y arqueológicos de Europa, dieron tambien motivo para publicar aquel un gran número de memorias, folletos, artículos, etc., y para que, visto el notable desarrollo que estos estudios habian adquirido en aquel reducido, pero afortunado pais, acordara el Congreso internacional de Antropologia y Arqueologia prehistóricas, celebrar en su capital una de las sesiones mas importantes de cuantas hasta el presente se han realizado. Otro tanto pudiera decirse de Suecia, Noruega y Dinamarca, donde este linaje de exploraciones científicas tuvo su origen, razon que explica plausiblemente la incomparable riqueza de sus museos; Francia, Inglaterra, Alemania, Suiza, Italia y Portugal adoptaron poco tiempo despues tan acertado procedimiento, organizando debidamente este género de investigaciones, é ilustrando el asunto con multitud de obras, memorias y otros escritos análogos, que representan hoy la mas variada y sorprendente bibliografía con que en ramo otro alguno se haya enriquecido el saber moderno. Esta marcha regular y sensata, que como base del verdadero progreso científico han adoptado todas las naciones cultas, forma tan extraño contraste con lo que sucede entre nosotros, donde la mayor parte de los felices descubrimientos arqueológicos se deben al acaso, que siquiera sea harto poco lisongero para la honra pátria, he creido deber llamar la atencion del publico en general, por la parte que pueda corresponderle, y tambien de los representantes de la pública instrucción, con el laudable propósito de ver si por el generoso concurso de todos, se corrige tan lamentable incuria. Porque es de notar, por otra parte, que como consecuencia natural de lo que aquí sucede, no pocas veces se pierden lastimosamente inestimables tesoros arqueológicos, por la lamentable ignorancia en que se encuentra la mayoría de los que guiados por muy distintos móviles, y obedeciendo á las interesadas y capciosas indicaciones de los embaucadores, se dedican á buscar ilusorios tesoros, pues v iéndose chasqueados en su inmoderados deseos, casi siembre abandonan, cuando no mutilan ó destrozan incoscientemente los restos humanos y de la primitiva industria, sin reparar que á falta del oro, de la plata ó de las piedras finas, que buscaban, podrian obtener alguna ventaja con la venta de dichos objetos, consiguiendo de este modo á la par que una verdadera compensacion á los sacrificios que voluntariamente se imponen, otra cosa algo mejor, á saber: el prestar con sus hallazgos un inmenso servicio á la historia pátria, á la que todos estamos obligados á contribuir. De esperar es que con la difusion de estos estudios por el pais, para lo cual seria muy oportuno que se organizara una especie de predicacion científica hasta en los pueblos mas insignificantes, se vaya levantando paulatinamente el nivel intelectual del pais, obteniendo este la inmensa ventaja de no continuar siendo víctima de los que viven á expensas de la ignorancia y del inmoderado afan de enriquecerse á poca costa, contrariando la sábia máxima de Jesucristo, de que con el sudor del rostro ha de vivir el hombre, y de contribuir con sus descubrimientos á echar las bases de la historia primitiva, completamente ignorada hasta el presente. Por fortuna, á veces, aunque no muy á menudo se encuentra algun celoso adepto de la ciencia que, apreciando en su justo valor semejantes hallazgos, evita tamaños desastres, bien sea recogiendo y conservando cuidadosamente los objetos que casualmente se encuentran, ó avisando á los que puedan interesarse en este género de estudios, y consiguiendo por semejante procedimiento el que se examinen las condiciones de localidad, tan importantes por lo comun, y que se evite la pérdida de documentos á veces preciosos. Precisamente, esto último ha ocurrido con motivo de la estacion de Monóvar, de la que voy á dar una somera reseña para conocimientos de todos y con el fin de mantener vivo entre ciertas gentes el fuego sacro de la ciencia nueva. Con efecto, hallándome en Madrid y próximo á venir á nuestra hermosa Valencia, con el fin de saludar durante las Navidades á los hermanos y á los buenos amigos, como V., señor Director, y recoger la familia, recibí, hará como unos quince dias, una atenta carta en la que D. Raimundo Berenguer, ilustrado farmacéutico de aquella villa, me participaba el hallazgo hecho en un punto de aquellos alrededores, de varios esqueletos humanos, de cerámica tosca y armas de piedra; contestéle sin pérdida de correo, encareciéndole la importancia de la noticia que se servia comunicarme, y suplicándole que interpusiera su valimento y el del comun amigo D. Ciro Perez, persona de arraigo y que ha representado varias veces el distrito en la Diputacion provincial, para que, á ser posible, se suspendieran las excavaciones que la Sociedad exploradora del tesoro estaba practicando, hasta que yo pudiera trasladarme á dicho punto, durante las vacaciones de Navidad. La respuesta del Sr. Berenguer fué todo lo satisfactoria que era de desear, pues anunciaba que me esperarian los sócios para continuar las pesquisas, añadiendo que el número de objetos encontrados era mayor de lo que en la primera me participaba. Con todos estos antecedentes no era difícil comprender el ansia con que veria acercarse el dia en que habia de emprender la correría á Monóvar, con tanto mas moti-vo, cuanto que casi al propio tiempo recibia aviso del registrador de Hipotecas de Callosa de Ensarriá, mi amigo D. José Salvá, de que en el pueblo de Alfaz y partida de Albir, roturando unos terrenos, habíanse descubierto hasta 50 esqueletos humanos y gran número de vasijas de barro y de metal. Y para complemeto de tan gratas impresiones, capaces de por sí de inspirar en el ánimo mas indiferente los mas vivos deseos de ir en busca de tamañas riquezas, hé aquí que un ingeniero belga, el Sr. Siret, á quien tuve el gusto de conocer en Cuevas de Vera, en Mayo último, en la expedicion que hice por la provincia de Almería, de regreso de Argelia, me participaba tambien que á mas de la estacion que junto á dicha ciudad habia visitando con él, acababa de descubrir, en unos sepulcros abiertos en Sierra de Almagro, gran número de restos humanos, de armas de piedra, hueso y metal, de cerámica, etc., acompañándome unos dibujos, perfectamente hechos, de lo mas notable, y la invitacion mas galante y afectuosa que se puede imaginar. Bajo la influencia de semejantes lisongeras noticias, emprendí el viaje á Monóvar, decidido á trasladarme desde allí á Cuevas luego á Callosa de Ensarriá, donde me atraia, por otra parte, la seguridad de encontrar muchos y preciosos ejemplares de equinodermos fósiles, en la localidad llamada Farines, la mas rica, tal vez, de cuantas se conocen en Europa, pertenecientes al terreno terciario inferior ó numulítico, y de la que ya poseo una serie numerosa de especies. Faltóme, espero, tiempo para visitar las tres mencionadas localidades, razon por la cual, dejando para lugar mas oportuno lo de Callosa, Alfaz y Cuevas, habré de limitarme por hoy á reseñar tan solo lo de Monóvar, que, como V. verá, no deja de ofrecer grandísimo interés.A cosa de unos dos Kilómetros escasos de Monóvar, en dirección hácia el E., existe un cerro ó colina, conocida con el nombre de Serreta de la Vella, formada de caliza, probablemente terciaria, que levanta unos 70 á 80 m. sobre aquel suelo desigual y accidentado, merced á la gran erosion determinada por las aguas, y cubierto de una gruesa capa de depósito ó formacion diluvial y de acarreo moderno. En la falda N. y occidental de dicha colina adviértense varias y desiguales grietas, algunas de las cuales llegan hasta el centro del monte, comunicando con una salida que se observa en la parte superior, donde ensancha considerablemente. Todos estos accidentes son naturales, debidos, en mi concepto, á dislocaciones subterráneas, quizás resultado de algun terremoto, siquiera no se adviertan grandes trastornos en la estratigrafía de aquel, como de los restantes cerros que representan la orografía del territorio.De las mencionadas grietas, algunas son tan estrechas y tortuosas, que difícilmente pueden considerarse propias para que el hombre las habitara, ni siquiera como abrigo natural, pues además de lo incómodo del sitio, se agrega el hallarse abiertas tambien por arriba, lo cual no les resguardaba de la lluvia ni de la intemperie. Otras, por el contrario, ofrecian indudablemente condiciones, siquiera fueran medianas, de habitabilidad, lo cual autoriza á creer que aquellos aborígenes, verdaderos ascendientes de los que andando el tiempo y cambiando la vida de troglodita por la de habitante de moradas mas cómodas, fundaron el antiguo Monóvar, situado mas al O. de la poblacion actual, se guarecian en el interior del cerro, sirviéndose para ello de las aberturas mas expeditas, y destinando las restantes á verdadero enterramiento de muertos, como parece atestiguarlo el hallazgo de varios esqueletos humanos, hasta el número de siete, de los cuales solo me ha sido dado recabar tres cráneos, y aun estos no del todo completos merced al celo del Sr. Berenguer, quien se apresuró á manifestar á los inconscientes exploradores cuánto importaba á la ciencia el conservar aquellos antiguos y venerados restos de sus antepasados. Los restantes huesos humanos y algunos de mamiferos, desaparecieron debajo de una inmensa masa de escombros, probablemente rotos é inútiles para el estudio, por efecto de lo que en el comienzo de escrito me permití indicar. Curioso hubiera sido ciertamemente hacer un exámen minucioso y comparativo de todas aquellas osamentas; pero, por mas diligencias practicadas, no han podido salvarse sino los tres cráneos indicados, todos los cuales ofrecen los mismos caractéres, que quizas fueran tambien los que distinguieran á los que se perdieron, como pertenecientes á la misma familia. Los cráneos son pequeños y todos ellos branquicéfalos ó de cabeza corta; los huesos delgados; los dientes molares son lisos y planos en la superficie de la corona, circustancia que se advierte en muchos otros esqueletos de los tiempos mas antiguos, y que revelan el régimen frugivoro que para su ali-mentacion seguian aquellos individuos. La cara es ortognata, ó como si digeramos de angulo facial muy abierto, carácter que casi siempre se relaciona con un grado superior de cultura, como en el caso presente parece acreditarlo la indole especial de los objeto de arte, allí y junto á los cadáveres encontrados. Pertenecen aquellos, con efecto, al final del periodo que los arqueólogos prehistóricos llaman neolítico ó de la piedra pulimentada, y al comienzo del uso de los metales, á juzgar por los restos de la primitiva industria, que se han salvado y obran en mi poder, merced á la eficacia con que ha secundado mis deseos el Sr. Berenguer, recabando de los operarios que trabajan en la excavacion todo lo que habian recogido. Figuran entre dichos utensilios algunos pocos cuchillos de pedernal, que sin duda conservaban aquellos aborígenes monoverinos, como recuerdo venerado de otros tiempos, ya que en la época en que ellos vivian allí era muy posterior á la caracterizada por aquel instrumento. Circunstancia es esta muy digna de tenerse en cuenta, pero que en manera alguna debe causar extrañeza, pues se repite con bastante frecuencia, y de ello voy á citar mas de un ejemplo, habiéndose prolongado el uso del cuchillo hasta tiempos relativamente modernos y bien históricos por cierto, pues se lee en la Biblia que la circunstancia se practicaba entre los hebreos con culthros lapideos. Este mismo hecho he tenido ocasión de observar en la famosa estacion de Argecilla, en la provincia de Guadalajara, donde junto con muchos y preciosos cuchillos de silice, encontré varias hachas pulimentadas, puntas de lanza, sierras y otros útiles, que corresponden á este último periodo. Otro vi en Mayo último en la estacion de Cuevas de Vera muy próxima á la ciudad, estacion descubierta por el distinguido ingeniero belga mi amigo Sr. Siret, quien tuvo la fortuna de encontrar, no solo cuchillos, flechas y puntas de lanza bellísimas, junto con hachas pulimentadas de diorita, sino tambien algunos útiles de cobre, y además varios fragmentos de este metal nativo y no pocas escorias del mismo. Este hecho, que se repite en Monóvar, reviste cierta inportancia, pues confirma la tésis presentada por mi en el Congreso de Arqueologia prehistórica celebrado en Septiembre de 1880 en Lisboa, relativo á la prelacion del cobre respecto del bronce en la fabricacion de instrumentos y utensilio, de la que mas adelante daré una idea. Volviendo ahora a lo encontrado en Monóvar, ó por lo menos á lo que ha llegado á mis manos, pues no cabe duda de que mucho debe haberse perdido por la ignorancia y consiguiente incuria de los buscadores del imaginario tesoro, debo mencionar los huesos y dientes de varios mamíferos, especialmente de caballo primitivo y de ciervo, y una cantidad fabulosa de caracoles terrestres, de cuyos moluscos debian aquellos trogloditas alimentarse, circunstancia que he visto en muchas cuevas de la provincia de Valencia, y sobre todo en la del Parpalló junto á Bárig, en la Avellanera de Matamon, cerca de Llombay, y en otras varias. Tambien se han hallado restos de conchas marinas, tales como pecten ó peine, especie parecida á la que llevan los peregrinos, y el Pectúnculus pulvinatus que vive en el Mediterraneo. El corto número de estas conchas, que tambien encontré en Parpalló y en las cuevas de San Nicolás, no lejos de la Ollería, autoriza á creer que no las llevaba allí el hombre para alimentarse de los animales que las fabrican, sino mas bien para convertirlas en objeto de adorno, para lo cual, especialmente los Pectunculus, los perforaban por el ápice, llamado nates por los naturalistas, y pasando por el agujero una hebra fuerte vegetal ó algun tendon de ciervo, caballo ó toro, los convertian en collares análogos á los que usan aun hoy ciertas tribus salvajes de América y Asia. Dos ó tres aparecieron en la estacion de Monóvar así dispuestos, y además un pedazo de concha de mayor tamaño, aunque de la propia especie, que tambien servia de adorno. A veces el agujero lo agrandaban hasta el punto de dejar reducida la concha á una seccion circular, como de un centímetro, con lo cual fabricaban un brazalete como los que poseo, procedentes de diferentes estaciones de la provincia de Múrcia, –¡coincidencia singular !– al mismo objeto destinan aun hoy varias conchas y piedras fáciles de labrar, tales como la esteatita, llamada pagodita, los pueblos semisalvajes de Java, Sumatra y otras regiones orientales. Entre las hachas pulimentadas, las hay de diorita y de otras rocas duras y tenaces, ofreciendo algunas señales evidentes de una labra muy acabada y perfecta; la mayor parte presentan un solo corte en bisel en la extremidad mas ancha, y una de ellas, que es de petrosilex, sin duda alguna debia servirles de gubia, atendida la forma y disposicion del borde agudo, que es algo curvo. Precisamente esta estructura distingue á las hachas pulimentadas de las talladas, correspondiente al periodo anterior, las cuales son agudas en la extremidad mas delgada, al paso que aquellas ofrecen un borde agudo en la extremidad mas ancha, circunstancia que autoriza hasta cierto punto la sospecha de que el hombre las destinaba á utensilios tal vez agrícolas, mejor que como armas ofensivas ó defensivas.Tambien se conservan algunas piedras planas, de forma circular ó elíptica, destinadas á pulimentar las hachas y á aguzar el borde cortante, razon por la cual se llaman alisadores ó bruñidores.Por último, hánse encontrado en la estacion de Monóvar algunos intrumentos de metal, habiendo recabado una punta de flecha ó lanza, que á juzgar por el color rojo y el aspecto que ofrece, es de cobre puro. No es este ciertamente el único caso que en la península se registra, pues en el dolmen de la Ollería encontró años hace el amigo D. José Plá varias hachas de cobre de las mas primitivas, junto con otras pulimentadas de diorita, cuya forma reproducen perfectamente aquellas. Otro tanto cita el Sr. Magpherson en su Memoria sobre la Cueva de la Mujer, sita no lejos de Alhama de Granada, sirviéndome estos antecedentes y otros recogidos en los dolmenes de Extremadura y Galicia, de base para sentar y defender en el Congreso de Lisboa la tésis de que el uso de los metales comenzó por el del cobre, cuyo periodo hay que intercalar entre el de la piedra pulimentada y el del bronce, y que esta industria primitiva era indígena, sin necesidad de apelar á la intervención de las razas asiáticas para explicar la presencia en nuestro territorio de semejantes utensilios. Esta idea, que tiene en su favor los muchos ejemplos de dentro y fuera de España, que pueden citarse, y cuyo número es de esperar vaya en aumento á medida que se multipliquen las exploraciones arqueológicas, se funda tambien en el sentido comun, pues parece natural que el hombre se sirviera de un cuerpo simple, antes que de la mezcla ó aleación de dos metales, cobre y estaño, en proporciones definidas, que es lo que representa el bronce. Es mas que probable, casi seguro, que viendo nuestros aborígenes que las hachas de piedra pulimentadas no satisfacian las crecientes necesidades de la época, y tratando de encontrar alguna sustancia con que reemplazarlas, hubo de llamarles la atencion un cuerpo de color rojo especial con el que pudieron imitar las mismas armas y utensilios del anterior periodo, valiéndose de las mismas piedras convertidas por la forma en verdaderos martillos, y solo cuando observaron que dicho metal era sobrado blando, intentarian fundirlo y mezclarlo con otro metal, haciendo para ello miles de ensayos y de tanteos infructurosos, hasta dar en la proposicion de 10 de estaño por 90 de cobre, que contituye el bronce. Pretender que el hombre comenzó á servirse de este y concluyó por el cobre, solo porque autoridades tan respetables como Morlot y Nilsson lo han dicho, y porque con frecuencia los objetos de cobre se encuentran á la superficie ó los desentierra la azada ó el arado, es seguir ciega y sistemáticamente doctrinas que, si un dia pudieron tener su fundamento en la escasez de datos que á la sazon se advertian en el campo de la Prehistoria, hoy, en vista de los muchos materiales que se poseen, no puede razonablemente defenderse. Pero dejando la solucion del problema para cuando se hayan acopiado mayores y mas valiosos documentos, completaremos la imperfecta reseña que nos proponíamos trazar en este mal perjeñado escrito, con la indicacion de la cerámica tosca, de color negruzco por dentro, lo cual supone el empleo del fuego para endurecer el barro, y con algunos dibujos digitales y estrías angulares, características del periodo neolítico, que aunque por desgracia se han conservado pocos fragmentos, según los operarios se encontraron bastantes, que hoy quedan sepultados debajo de los escombros, Es, pues, la estacion de la Serreta de la Vella, en territorio de Monóvar, una estacion neolítica por muchos conceptos importante, pero muy especialmente por el hallazgo de instrumentos de cobre, circunstancia que, unida á las demás razones que quedan indicadas, corrobora la opinion de que el uso de los metales comenzó por el cobre puro, y que aquella industria metalúrgica era á la sazon indígena.

Valencia 31 Diciembre.

Juan Vilanova

 

 

Notes

Revista de Valencia

Va aparèixer entre 1880 i 1883 a la ciutat de València, fundada per Pasqual Dasí i Puigmoltó, vescomte de Bétera (1851-1886). Va compartir la direcció amb Josep María Torres Belda, cronista de València, Manuel Atard i el bibliògraf i bibliòfil Josep Enric Serrano Morales. També es va ocupar transitòriament de la direcció Teodor Llorente i Olivares. Al primer número inicial declarava els seus propòsits d’ocupar-se de tot el referent a les ciències, les lletres i les arts, i a qualsevol manifestació cultural del passat i del present de l’antic Regne de València. Va ser la publicació més culta de la seua època. Redactada en castellà incloïa també treballs en valencià. Va prendre un caràcter erudit i molt exigent, revisant la historiografia valenciana amb col·laboradors com Antoni Chocomeli, Nicolau Ferrer i Julve, Vicent Greus, Víctor Iranzo, Ruiz de Lihory, Amat i Maestre, Salvador Monserrat, marqués de Cruïlles, Lluís Tramoyeres Blasco, Miquel Velasco Santos, Constantí Llombart, Josep Martínez Aloy, Joan de la Cruz Martí, Félix Pizcueta, Josep María Puig i Torralva, Francesc Martí Grajales, Josep Vives Ciscar, Joan Antoni Blabàs, Joan Navarro Reverter, Vicent Wenceslao Querol, Roc Chabàs i Rafael Blasco. La part literària de pura creació era breu. Hi havia també noticiaris i ressenyes de tipus cultural i bibliogràfic. Però el cos principal de la revista el constituïen els estudis o assajos, que van estar influïts pel positivisme científic propi del seu temps i basats en una informació de primera mà, recollida en biblioteques i arxius. Va cessar en el seu millor moment, quan el seu editor, l’erudit Serrano Morales, absorbit per la política -era diputat- va passar a residir a Madrid i, com que havia mort Josep María Torres, va considerar que no podia fer-se càrrec tot sol de la direcció. A hores d’ara la seua consulta continua sent imprescindible.

 

Juan de Vilanova i Piera

(València 1821-Madrid 1893) Geòleg. Doctor en medicina i ciències. Estudià medicina i ciències a València, es va llicenciar en 1845 i després es va traslladar a Madrid per a doctorar-se. Va estar becat pel Govern per a visitar l’estranger i ampliar els seus coneixements sobre la geologia. Entusiasta explorador, recorregué al llarg de quatre anys tot Europa fent excavacions i estudis i enviant al Museo de Historia Natural de Madrid valuosos minerals. En tornar a Espanya va ser nomenat professor d’Història Natural de la Universidad de Oviedo (1850). En 1852 va passar a la de Madrid per a fer-se càrrec de la càtedra de Geologia i Paleontologia, que tingué al seu càrrec fins 1873, en què es dividí aquesta assignatura i Vilanova optà per la de Paleontologia, que va explicar al llarg de més de vint anys. Dotat d’incansable activitat i amor a la ciència el van fer guanyador del títol de “Pare de la Prehistòria espanyola”. Va recórrer moltes vegades la Península Ibèrica, sobretot Aragó i el País Valencià dels quals publicà nombrosos treballs. Va pertànyer a les Acadèmies de Ciències, Història, Medicina i a les Societats de Geografia i Història Natural d’Espanya i també d’algunes estrangeres. Va ser dels primers a proclamar l’autenticitat de les pintures rupestres de la cova d’Altamira, defensant el seu descobridor Sautuola. També va ser dels primers a sostindre la prioritat del coure en relació al bronze en la prehistòria. Va publicar entre altres: Manual de Geología aplicada á la agricultura y á las artes industriales, premiada per l’Academia de Ciencias (Madrid 1860); Compendio de Geología; Memoria geognósticoagrícola de la provincia de Castellón; Memoria geognóstico-agrícola de la provincia de Teruel (1863); La geología de la provincia de Valencia; Viaje científico á Dinamarca y Suecia con motivo del Congreso internacional prehistórico celebrado en 1869, en col·laboració amb Tubino; La Creación, Historia natural, obra en 8 volums, en la qual Vilanova a banda de la direcció, es va encarregar de la Geologia i la Paleontologia (Barcelona, 1872-76) ; De la organización que conviene dar á las ciencias; Ciéncia prehistórica; Origen, naturaleza y antigüedades del hombre (1872); Geologia agrícola (Madrid 1879); Teoría y práctica de pozos artesianos y arte de alumbrar aguas (Madrid 1880); Agricultura prehistórica (Madrid 1881); Atlas de Geografía universal; Ensayo de un diccionario geográfico-geológico (Madrid 1884); Ginebra y Nancy. Relato de los Congresos científicos celebrados en 1886; Congreso internacional de higiene y demografía celebrado en Viena en 1887, Congresos médicos de Amberes y Perusa (Madrid 1887); De Madrid á Amsterdam Congresos científicos de 1883 (Madrid 1888); Congresos científicos de 1891 (Madrid 1892); Memorias geológico-agrícolas de Valencia (Madrid 1893).

 

Raimundo Berenguer

(Farmacèutic) La seua farmàcia estava situada al núm. 133 del carrer Major. Va ser un del 73 socis fundadors de la Sociedad Cultural Casino de Monòver. Va pertànyer a la primera comissió executiva, per a la realització del projecte d’adquisició de terrenys i construcció de l’edifici d’aquesta societat. Els anys 1901 i 1903, i davant el buit de poder ocorregut al Casino, va ser també nomenat president del Casino per ser el soci més vell.

 

Ciro Pérez Payá

(Monòver 1820-1892). Advocat i polític. Un dels fundadors de l’Unión Liberal va ser gran amic del general O’Donell i Zabala. Dues vegades diputat a corts i president de la Diputació Alacantina en 1871 i 1874. La segona oferida per Cánovas del Castillo. Va ser un dels propietaris i colliters més importants del segle XIX. Els seus vins foren premiats en diverses exposicions internacionals. Senador i diputat provincial va ser condecorat pel rei Amadeo de Saboya amb la gran Creu d’Isabel la Catòlica. El darrer càrrec que va ocupar va ser en la Junta de Defensa contra la Filoxera com a membre de la Asociación de General de Agricultores de España de la qual era membre fundador.

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