Ayuda al Costalero
Amador Navarro Tortosa
Sin ánimo de resultar irreverente pero con la irrespetuosidad que me confiere el ser presidente de los más de cien Dimonis de la Colla de «La Ceba» y miembro numerario de la cofradía de la no sé si muy santa pero sí cada vez más pesada Sardina Carnavalera, deseo manifestar mi sorpresa y estupor ante la noticia de que en Sevilla se organizó durante la pasada Semana Santa un Centro de Ayuda al Costalero donde, según imágenes divulgadas por TV, gráciles señoritas masajeaban con devoción las castigadas partes de los sufridos penitentes.
¡Pero, hombres de Dios! Comprendo que, ante la incredulidad de tiempos tan mercantilizados, se hayan visto obligados a ofrecer un anticipo de gloria a tan abnegado personal, pero díganme: ¿cómo van ahora ustedes a explicar tal deferencia a toda esa infinidad de pobres gentes que mantienen aguantando sumisas sus miserias con la esperanza o la promesa de una vida mejor?