El G-8 en Alicante
Amador Navarro Tortosa
Leída la noticia de que, tras los sucesos recientes de Génova, el G-8 se está planteando celebrar su próxima reunión en un lugar tranquilito, he considerado éste el momento adecuado para animar a nuestro insigne por autonomasia a ofrecer nuestra menfotera ciudad para el evento. Tras el rotundo éxito del pasado desfile de las fuerzas armadas, durante el cual con tan solo circunscribir la libertad de expresión al perímetro de la plaza de la Montañeta se consiguió mantener a raya a todo el movimiento opositor, según palabras del propio jefe de la policía allí presente, sería ésta sin duda cuestión digna de ser considerada. Además podría gozosamente promocionar su carrera llevando a los ilustres al futuro Palacio de Congresos para que comprobaran in situ sus excelentes dotes de embaucador. Estos señores sí que sabrían agradecérselo y no su amigo Federico Trillo que a la que se descuide lo manda a Rabasa a adelgazar. Y para la despedida, de recuerdo y como agradecimiento a la ciudad, podrían descubrir, junto al de los soldados del Postiguet, un emotivo monumento al cobrador del frac, de cinco de altura más el sombrero, que serviría para que los osados magrebíes que amerizan por allí se sintieran como en su propia casa.